La izquierda española, tan obsesionada con desenterrar a Franco 43 años después de su muerte, suele contar que “ninguna democracia” exhibe mausoleo en honor a un antiguo dictador.
La brutal guerra civil china que opuso entre 1945 y 1949 a los Comunitas de Mao Tse Tong a los nacionalistas chinos del Kuomingtang liderados por el General Tchang Kai Chek, archi enemigo de los maoístas, fue de las más sangrientas del país asiático. Tras la victoria roja, Tchang se refugió con sus tropa a la isla de Taiwán, el resto del territorio Chino pasando a manos de los Comunitas, y ambos líderes impusieron una dictadura en sus territorios. Y cuando millones de chinos morían de hambre y de represión, Taiwán se convertía, tras un crecimiento económico imparable, en uno de los tigres asiáticos, juntos a Corea del Sur, Singapur y Hong Kong.
Tras su muerte en 1975, Tchang Kai Chek fue enterrado en un mausoleo de 240.000 metros cuadrados en pleno centro de Taipei.
Taiwán, donde ganaron los nacionalistas chinos, es ahora una democracia, y la China continental, donde se impusieron los comunistas, sigue siendo una dictadura.
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